En bodas y entierros

"Amaba a su familia −tres hermanos y dos hermanas, italianos e irlandeses, todos muy unidos− y si se había hecho monja no había sido porque pensara que una cosa era buena y que la otra fuese mejor, sino porque a pesar de su felicidad y buena suerte sabía muy bien que el mundo estaba sembrado de sufrimiento, de un sufrimiento insoportable, de un sufrimiento que adoptaba tantas formas que era imposible atajarlo. Curamos la polio, dijo, y los asombrados alumnos de cuarto alzaron los ojos y la miraron con la boca abierta cuando la voz de la monja subió de volumen, y aparece el cáncer. Curamos el cáncer y se estrella un avión. Alimentamos a los hambrientos y un terremoto destruye la ciudad en que viven. Empleamos una hora al día....visitando a los enfermos....y al volver nos encontramos al chico más feo del colegio llorando con amargura..."

(Alice McDermontt)



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