Deudas y dolores

"Querido Gabe:

Los medicamentos me ayudan a sostener la pluma. A veces tengo la sensación de que la enfermedad está localizada totalmente en las manos. Quería escribir, pero no dictándole a tu padre, al lado de mi cama. No quiero susurrarle luego mensajes de última hora. Entre el pánico y la dificultad para respirar, tendré demasiada influencia. Ahora tu padre se inclina una y otra vez sobre la cama. Me hace una corta visita tras haber atendido a cada paciente y me dice qué tiempo hace ahí fuera. Ni una sola vez admite que le he hecho una injusticia al ser su esposa. Me coge de la mano cincuenta veces al día. Nada de esto cambia lo que ha sucedido.... la injusticia está hecha. Toda la desdicha de nuestra familia procede de mí. Por favor, no eches la culpa a tu padre por mucho que te haya estimulado a hacerlo en el transcurso de los años. Desde pequeña siempre quise ‹‹ser muy decente con el prójimo››. Otras chicas querían ser enfermeras y pianistas. Eran menos hipócritas. Yo era más lista,pronto elegí una virtud y me atuve a ella. Siempre hacía cosas por el bien ajeno.durante el resto de mi vida pude avasallar a la gente con la conciencia tranquila. Lo único que quiero decir ahora es que no quiero decir nada. Quiero prescindir de la prerrogativa concedida a los moribundos normales. El motivo de que te escriba es decirte que no tengo instrucciones que darte.

Tu padre vuelve a entrar. Trae tres clases de zumos de fruta. Es a él a quien debería confesar todo esto, Gabe. No me condenará hasta que yo lo haga primero. A lo largo de nuestro matrimonio he mejorado su vida, con mi prepotencia, avasallándole. Ah, qué decente, qué decente. No puedo sostener la pluma, cariño "

(Philip Roth)

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